ODONTOPEDIATRÍA
Cuidando su boca desde antes de nacer
La odontopediatría es una parte de la odontología que se encarga del cuidado y mantenimiento de la salud oral del niño de una forma integral. En Clínica Gratacós este apartado se tiene mucho en cuenta ya que se intenta prevenir la enfermedad bucal desde el embarazo de la madre siguiendo las diferentes etapas de desarrollo y crecimiento del niño hasta su madurez (alrededor de los 18 años)
Desde muy temprano el niño debe acostumbrarse a cuidar su boca con medidas preventivas y motivarse positivamente para mantener una correcta salud oral a lo largo de la vida.
Preguntas frecuentes:
Se encuentra ampliamente probado que la presencia de hábitos como el uso prolongado del chupete o biberón (más allá del año de vida) o, lo que es peor, la succión del pulgar u otros dedos, puede producir alteraciones del crecimiento normal de los maxilares. La eliminación de estos hábitos debe hacerse lo más temprano posible, de forma que se pueda producir una normalización espontánea de su crecimiento. Si esto no es posible, sería necesario acudir a medios (normalmente aparatología) para subsanar las alteraciones causadas. Otras costumbres como morderse las uñas, determinados objetos… pueden ser elementos que, potencialmente, produzcan alteraciones en los dientes o en la articulación de la mandíbula. Existen otros hábitos como la respiración bucal que pueden producir alteraciones en el desarrollo de los maxilares.
Las revisiones por el odontopediatra cuando no hay problemas de salud dental deben realizarse cada seis meses. Cuando aumenta el índice de riesgo de enfermedad oral, esta periodicidad se reduce entre tres meses y un mes, según la patología del niño.
Los niños con fracturas dentarias o algún tipo de aparato en la boca se vigilarán con más frecuencia, pero las pautas siempre las marcará el profesional.
El diente de leche se ocupa de guiar la salida del diente permanente y que salga en su lugar correcto ocupando el espacio necesario para él. La pérdida temprana de un diente de leche obliga a colocar un aparato que mantenga el lugar del diente permanente hasta su completa salida. El odontopediatra valorará las circunstancias y aparatología precisa en cada caso.
Evitar el dolor que producen las caries ya es razón suficiente para conservar la salud de los dientes pero, además, hay que recordar que la caries es un proceso infeccioso y puede afectar a otras partes del organismo.
Desde que salen los dientes de leche (seis meses), hasta que se completa el recambio dentario (doce años), la función de los dientes temporales es muy importante. Se ocupan de mantener el espacio y guiar la salida de los permanentes, también influyen en las funciones de masticación y deglución y en el correcto aprendizaje de la fonación. Todas estas razones son más que suficientes para intentar mantener en correcto estado de salud los dientes y muelas de leche.
En la actualidad, se viene disminuyendo la recomendación de suplementos de flúor en comprimidos y pastillas, limitándose su prescripción a niños con alto índice de riesgo de caries. Lo ideal es recomendar la utilización del flúor de forma directa, mediante colutorios fluorados diarios, pasta dentífrica o el empleado habitualmente, en aplicaciones tópicas de flúor en el gabinete dental.
Las investigaciones actuales han confirmado que prolongar la lactancia materna no produce propensión a tener caries, sobretodo si se añaden las medidas preventivas adecuadas a esta edad. A partir de los seis meses, la alimentación del bebé se diversifica, por lo que se recomienda que la dieta no sea rica en azúcares refinados, evitando los alimentos de consistencia blanda y pegajosa. El peor momento para la ingestión de estos alimentos es, sin duda alguna, la noche, de ahí la importancia de que se realice un buen cepillado antes de irse a dormir. A partir de los tres años, comienza la socialización del niño, empieza a ir al colegio, a relacionarse con otros niños, probablemente no coma en casa…cuidado con las chucherías y chocolates y, por supuesto, no hay que descuidar la higiene dental.
Esta costumbre resulta muy perjudicial para los dientes temporales. La destrucción que se produce en éstos, es muy rápida y agresiva. Tampoco se deben dar alimentos edulcorados en el biberón (incluso zumos de frutas) ni mantenerlo durante horas en la boca del niño ya que podría provocar la llamada “caries del biberón”.
Los dientes de leche también pueden sufrir caries. Es más, por las características propias de los dientes de leche, cuado se inicia la caries, la progresión es más rápida que en el adulto.
Desgraciadamente, las caídas al comenzar a andar (alrededor del año de vida) producen frecuentes traumatismos en los dientes de leche llegando incluso a producir la salida completa o avulsión de los mismos. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el diente permanente se encuentra íntimamente unido a la raíz del diente de leche, por tanto, un golpe, por mínimo que parezca, puede producir una alteración en la formación correcta del diente definitivo que se hará evidente cuando se produzca su erupción.
En estos casos es imprescindible acudir cuanto antes al dentista u odontopediatra para que evalúe las circunstancias del traumatismo y efectúe un seguimiento adecuado de la evolución de los dientes afectados. Si el traumatismo ha provocado la pérdida del diente de leche a una edad muy temprana, es necesario conocer que la ausencia de dientes en el sector anterior puede afectar a las funciones orales del niño como la fonación, masticación, deglución y la estética repercutiendo en la socialización del niño. Cuando se pierde un diente de leche, es necesario colocar una prótesis para recuperar dichas funciones.
El dentista u odontopediatra tiene la ocasión de diagnosticar cualquier alteración en la posición de los maxilares que pueda modificar el correcto desarrollo de la boca del niño. Así, se pueden eliminar la presencia de malos hábitos como chuparse el dedo o usar el chupete o biberón durante mucho tiempo que favorecen estas maloclusiones.
En principio, como cualquier proceso de crecimiento infantil, no existen rígidas “fechas concretas” para la erupción de cada diente. Las medias son sólo aproximativas ya que cada niño tiene su propio “reloj biológico”. Conviene, eso sí, que todo el proceso sea supervisado por el dentista.
Este recambio se va a hacer en dos fases: entre los seis y ocho años (los cuatro incisivos superiores e inferiores y las muelas de los seis años) y entre los diez y doce (el resto de los dientes, salvo las muelas del juicio que harán su aparición más tarde). Un hecho importante en la primera fase es la aparición a los seis años del primer molar permanente, que erupciona por detrás de las muelas de leche. Como no le precede la caída de ningún diente, este proceso puede pasar desapercibido. Muchos padres creen que se trata de un diente de leche
Aunque se han asociado determinados problemas con la salida de los dientes (aparición de fiebre o aumento de procesos infecciosos), no está demostrado que sea la causa directa. Existen en el mercado soluciones o pomadas destinadas a aliviar estas molestias. Hay que advertir que algunas contienen gran cantidad de azúcar que puede dañar a los dientes y otras que contienen alcohol, nada recomendable para un beb.
Los dientes de leche o temporales comienzan su erupción a los seis meses de edad, empezando por los dos dientes centrales inferiores. Hasta los 30-36 meses, se produce la aparición de los 20 dientes temporales. Tras esta etapa se mantendrán sin recambios hasta los seis años, momento importante en el que comienza la salida de dientes permanentes. De todas formas es posible que algunos niños empiecen la erupción de los primeros dientes a los 9-12 meses. Este dato será importante tener en cuenta, porque cuanto más tarde salen los dientes de leche, más tarde se producirá el recambio.